lunes, 25 de agosto de 2008

Lilith


Estoy caminando acá, en las montañas del que siempre fue mi horizonte. Abajo veo la humanidad temblante. Veo hombres luchando por ver el sol salir mañana, veo relámpagos destellando en los rostros de la mujer. Veo niños soñando a ser gigantes, destinados a perecer la pesadumbre del infanticidio, del fracaso. Veo ganancias de perdedores, y ganadores perdiendo. Pero más que ver, siento. Siento el dolor insaciable de saber que el sufrimiento gusta, veo las cenizas cayendo sobre el pueblo en llamas, el lodo cayendo en la tierra lluviosa. Veo la agricultura, las cosechas de perdición, el cinismo de un pétalo de flor; aún hermoso, aún dulce, mas petrificado. Siento la esclavitud de un pueblo sin población, de una vida sin ánimos, sin misericordia, sin esperanza. Veo la dicha irse junto con los anhelos divinos, veo a un dios despidiéndose. Siento la música apagándose, lejana. El laúd ya no quiere sonar, se ha resignado a ser escuchado, a ser entendido, sus cuerdas marchitas están.


Aquí siento tus brisas, Lilith, tus deseos. Comprendo hoy por qué has rechazado la vida, entiendo tu merced de poder. Entiendo a Asmodeo y a la oscuridad también. Siento tu belleza tan cercana, estiro mi mano y la alcanzo, pero se me vuelve a ir más allá, dónde ya ni mis ojos llegan. Te veo cayendo en la luz mentirosa, pero volviendo a surgir has anidado tu futuro en tus propias manos, eres el espectro de la nueva vida. Eres Lilith.

Eres hermosa, pues tu belleza se ha recalcado con tus decisiones; eres majestuosa. Te siento en las noches, princesa, deambulando por habitaciones sin sentido, convenciendo a la vida de forjar sueños. Analizas mi alma como si fuese vitral de emociones, me tomas la mano y me convences, me enfermas de placer. Eres sirena del ensueño. Veo tus hijos deambulando en el mundo, extrañados de la humanidad. Con ellos, el Laúd vuelve a sonar, se alegra pues es entendido. Por fin es visto como un ente de emoción. No es partitura de generaciones, sino generación de partituras, una cuerda basta y tú vuelves a volar por los cielos matinales de un mundo mejor, un mundo hechizado.


Abajo está el mundo verdadero, el mundo agonizante, el mundo bastardo. Lo miro y me lastimo, pues a él pertenezco yo. Pero te estoy esperando, ven a buscarme en la noche. El ensueño nos espera; tus hijos y el laúd están felices, eres Lilith.

Madre de todas las madres, belleza de todas las bellezas, ve tú también el mundo desesperado y ve en auxilio. Siente las brisas calmarse, sin júbilo. Ve la serenidad hipócrita, ardiendo en el aburrimiento exhausto de la humanidad cansada y agobiada. Siente el laúd llorar, toca sus cuerdas oxidadas, escucha su música incomprendida. Son letras cayendo de un papel muerto, y yo estoy entre ellas.

Somos letras cayendo de un papel muerto, Lilith. La montaña de mi horizonte baja de nuevo, y vuelvo a encontrarme con la humanidad aterradora, pero volveré a esa altura y miraré hacia abajo. Esta noche te espero. El laúd no llorará más, pues ha sido comprendido, y sus cuerdas han de demarcar el último aliento de una vida extinguida.

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